Prisión incondicional para los vendedores de olivos milenarios.

Hoy he visto el tráiler de la película “El Olivo” y he tenido ganas de ir a pegarle una paliza y escupir sobre todo aquel agricultor que vendió uno en mi pueblo. Por suerte conozco porqué se vendían y jamás juzgaré a nadie sin saber el porqué de su delito.

Hace ya unos meses se rodó en los pueblos de nuestra comarca, Traiguera incluida, la película de la directora Iciar Bollain “El Olivo”. Este film está vasado en una realidad que pasó en nuestra zona hará unos años.

En estos momentos parece imposible creer que cada semana grandes camiones y grúas se llevaran olivos milenarios sin ningún problema, pero no debemos culpar al agricultor, debemos pensar que a este señor le daban de 2000 hasta 8000 euros, por unos olivos grandes que sólo le causaban problemas y apenas le daban aceitunas, ¿qué agricultor normal no vendería un olivo a estos precios? 

Ahora es fácil decir yo nunca lo hubiera vendido, sobre todo si no se tiene una paga irrisoria como es la de un agricultor en nuestra zona, con minifundios y fincas estrechas situadas en los montes, que además de estar en un terreno de secano y producir aceitunas cada dos años, debe pagar averías de tractor, líquidos cada vez más caros y menos eficientes, su cuota de autónomo, sus seguros agrícolas y de maquinarias, el gasoil del tractor etc… Gastos que a diferencia de las aceitunas, estos sí que vienen durante todo el año.

Debemos pensar que la agricultura del olivo en nuestra zona, no tiene nada que ver con la agricultura Andaluza, de Castilla la Mancha o Extremadura, con unos campos kilométricos y una cultura totalmente diferente a la de nuestra zona.

Por eso yo no puedo juzgar a estas personas. Personalmente he limpiado y salvado de una posible muerte a muchos olivos milenarios que estaban abandonados, por esto creo que sé de lo que hablo. Ahora todo será muy bonito, todos amaremos a los olivos milenarios y cuando vayamos a comprar una botella de este aceite, al ver su precio pensaremos que el señor agricultor se quiere hacer rico, 20€ por medio litro!!! Que ladrón, que sinvergüenza, que se ha creído, que me está vendiendo un gin tonic?

Es así, esta es la realidad. La administración ahora los protege, los cuida, pero sólo en un papel llamado BOE, no dándole al agricultor una  salida. Si son monumentos históricos de nuestro patrimonio, ¿porqué no se les trata como tales? ¿Porqué al agricultor o propietario no se le ayuda como seguramente a la película, para que los cuide y proteja aunque no le den beneficio alguno?

Intento ser coherente, mi familia nunca ha vendido ningún olivo milenario, ahora mismo yo me dedico a recuperarlos, pero espero que a nadie se le ocurra culpar a una pobre familia de agricultores por intentar llenar la nevera con comida y si tanto queréis  ayudar a los que protegemos y salvamos estos monumentos,  no perdáis más tiempo, lo que sobran son páginas web donde vendemos aceite de estos olivos. Si tanto los queréis, dedicaros a comprar su aceite y a darles valor. Tranquilos que os aseguro que con los beneficios de las ventas, después de pagar todos los impuestos pertinentes, estos irán destinados como hasta ahora a recuperar más fincas y salvar más olivos milenarios.  

José Carlos Capel escribe sobre nosotros en el diario El País.

Hace unas semanas Pablo Roig, alcalde de Catí y diputado de desarrollo rural, me llamó para preguntarme si podía atender un viernes por la tarde a las seis, a unas personas que querían ver olivos milenarios y que venían de parte de Castelló Ruta de Sabor. Un viernes a la seis no es una hora ideal, pero sabiendo el trabajo que están realizando para los pequeños empresarios de la zona no me podía negar.
Como siempre cogí en mi coche dos botellas pequeñas de aceite milenario y unas cucharas por si lo querían probar. Llegamos a la finca “Les Serretes” propiedad de Miguel Agustín, que muy amable por su parte me dejó que le cuidara sus impresionantes olivos milenarios, les empecé a explicar la historia, la variedad de los olivos, como llegué yo a dedicarme a este trabajo y todo aquello que me iban preguntando. Me extrañó que me hicieran una foto al lado de un olivo, normalmente la gente me pide que se la haga yo a ellos y no al contrario. Luego me preguntaron si me desplazaba a eventos o ferias y les comenté que curiosamente unas semanas antes no pude asistir a Madrid Fusión. Tenía sitio y un stand como todos los integrantes de Ruta de Sabor, pero que al estar allí algunos de mis clientes de la envasadora yo creía que era hacerles la competencia e incluso le enseñé algunas fotos con el móvil de los stands de esta feria.
Los amigos de Pablo se rieron y me preguntaron si no me habían comentado quienes eran, a lo que respondí que no, pues bien, eran José Carlos Capel, director de Madrid Fusión, crítico gastronómico del diario el País, autor de varios o muchos libros de cocina y su señora Julia Pérez Lozano, también periodista gastronómica en el diario el Mundo y directora de Gastroactitud. Bueno, los olivos milenarios de 8 metros de diámetro eran pequeños para esconderme y yo con un mantel de tela en el capot del coche y una cucharas de plástico para hacerles una maravillosa cata, pero debo decir que son personas amabilísimas que me trataron estupendamente, que no les importó en absoluto la forma en que les estaba atendiendo y cuando me dijo Capel que escribiría sobre mí, pensé que soy demasiada poca cosa para un premio tan grande, pero me equivoqué y siempre estaré agradecido a todos aquellos que quieran ver mi trabajo, sea la hora que sea y les seguiré atendiendo de la mejor manera posible como he hecho siempre.
No puedo terminar sin pedirles que si leen el artículo en el País, se darán cuenta que nombro a la Taula del Sénia, sin ninguna crítica por mi parte, ya que hacen un enorme trabajo en favor de los olivos milenarios, pero nunca comprenderé porque una mancomunidad sólo apoya a las grandes cooperativas, menospreciando a los pequeños agricultores que nos jugamos nuestro poco dinero en inversiones para tener un futuro digno.

Ver artículo de José Carlos Capel en El Blog de El País Gastronotas de Capel